














" No llenes las habitaciones de trastos inútules para decorar, elige una idea e intenta que tus objetos útiles y cotidianos se correspondan con esa idea, así, aunque estén fuera de su sitio continuarán decorando y no conformarán un caos"
En suma, pienso que es un error, buscar que las cortinas entonen con el sofá y los muebles de la estancia queriendo, por ejemplo, parecer rústicos, si luego tus vasos y tus agendas son de plástico de colores. Así que ya sabeis, si quereis encargarnos un trabajo es mejor que no hayais encargado la vajilla, o que pinteis la cocina y elijais los paños del mismo color que las fuentes y los platos
Esta mesilla de noche era una de aquellas que pudiéramos encontrar en las casas de nuestros abuelos, barnizada y amarillenta. La lijamos, la teñimos con anilinas naturales y finalmente la pintamos al óleo. El resultado fue una preciosa mesilla auxiliar de salón, como se puede observar en la foto de arriba
Este salón se decoró con tonos medievales, o, en realidad, colores primarios: el carmín, el amarillo, el azul- agrisado, y el verde, sirvieron para entonarlo. Para ello los sillones se forraron con retales de estos colores y motivos relativamente geométricos, y esa misma concordancia se mantuvo en relación a las imágenes que, enmarcadas, protagonizaban la pared central de la estancia, sobre el sofá: Ilustraciones medievales del románico.
Para aumentar la sensación de espacio con inspiración medieval, los arcos que conducían a la entrada y al resto de las habitaciones se pontenciaron pintándolos de azul y decorándolos con flores de lis doradas. La mesa central se pintó de un rojo casi negro y las estanterías laterales se adornaron con molduras superiores donde figuraban frases en latín pintadas en dorado. Cerca del techo, excesivamente alto para los muebles de que se disponían, colgamos unos estantes que recorrían las paredes a lo largo de la estancia. Sobre ellos algunas botellas de aceite y de moscatel rescatadas por su diseño, se llenaron de agua teñida de anilinas de colores, y la estancia se fue completando con otros ornamentos del mismo tipo:
Entre ellos, una mesa de conglomerado pintada al estilo de los "antiguos colectivos" argentinos, una lechera decorada en verdes y dorados transformada en paraguero, un candil rescatado de un desvan al que se colocaron dos tulipas, una encima de la otra, y una caja de fusibles inventada con dos marcos, unidos con visagras y decorados con una rosa de los vientos.